[Relato Corto Campaña Celik] - Susurros nocturnos
La noche solía ser un alivio para la gente de Athas. Las largas y tediosas horas del fuerte sol sobre sus cabezas llegaban a su fin, y podían por unos momentos descansar hasta que llegara el siguiente día y así continuar en un ciclo sin fin.
Las estrellas se veían en lo alto del cielo, brillantes como siempre. El techo de estas tierras sin piedad siempre estaba despejado. Pocos se preguntaban que había más arriba, lo único que importaba para la gente estaba en la tierra.Sólo los Reyes Hechiceros podían darse el lujo de mirar al infinito del firmamento.
El hombre vestido con finos ropajes y botas de cuero de Lirr tampoco miró al cielo. Lo que le preocupaba en este momento no estaba arriba, ni tampoco sobre las infinitas planicies en las afueras de la Ciudad de Celik. Lo que atormentaba su mente, estaba justo debajo de sus pies.
Atravesó la puerta donde los dos guardias Mul cuidaban celosamente, apenas dedicándoles atención. Los fornidos guerreros lo dejaron pasar, sin decir ni una palabra, viendo como el hombre estaba encerrado en sus propios pensamientos.
A medida que avanzaba por los polvorientos salones del fuerte interior, pensó en diferentes formas de empezar la conversación con el consejero del Patriarca Korsun, amo y señor de la casa Mareneth . No encontraba un modo adecuado para explicar como es que la ciudad Emblema del Linaje Mareneth, en cuya superficie se encontraban ahora, estaba siendo amenazada como nunca antes lo había estado a lo largo de su extensa historia.
Al final de un largo pasillo y de incontables vueltas y giros, llegó a los aposentos del Señor. Aquí los guardias eran más quisquillosos, pues sabían muy bien que el menor descuido les significaría la muerte. Los dos semi-gigantes se plantaron enfrente de el en actitud decidida mirándolo desde arriba con sus rostros carentes de brillantez. Con voz profunda como salida del más profundo de los cañones de las montañas Resonantes uno de ellos preguntó:
- " Cual es tu negocio aquí humano?"
El hombre iba a responder cuando una voz algo más atrás de los semigigantes interrumpió
- Déjenlo pasar.
Sin dar espacio a réplica las dos moles se movieron a un lado y siguieron mirando al horizonte. A ningún punto en particular.
Marxus avanzó a paso lento, adentrándose un poco más en las sombras. Siempre le había llamado la atención que el patriarca de la casa sintiese tal afición por estar encerrado en la oscuridad. Al final del pasillo podía ver las cortinas de satén y el danzar fantasmal de las luces alrededor del lecho del patriarca.
- Tengo que hablar con el Patriarca Korsun -dijo Marxus en un tono seco hacia la silueta que apenas podía ver en la oscuridad-
- Sabes muy bien que yo soy su voz y sus oidos Marxus. Habla.
Marxus dudó un momento intentando encontrar una señal desde el final del pasillo. Las velas se agitaron levemente y luego siguieron su hipnótico danzar. Se adecuó un poco más a la oscuridad y pudo discernir mejor las facciones del avejentado hombre enfrente suyo. Sus ropajes costaban más de lo que un solo obrero mul pudiese ganar en toda la vida, el hombre decididamente no le hacía asco a la opulencia.
- Hemos perdido más hombres de lo debido explorando los subterraneos. A la vez hemos encontrado algunos objetos valiosos, pero tardaremos un tiempo antes de poder recuperar la fuerza perdida... La cosa es que no sé muy bien que buscar allí y los otros jefes de guardia están empezando a mostrar las mismas inquietudes que yo. Parece un sin sentido.
Marxus esperaba la respuesta de su interlocutor, cuando sintió el susurro apenas audible proveniente desde el final de la sala. Los dos callaron hasta escuchar con más claridad las palabras traídas por el viento.
- Un error dices tú?... - dijo la voz de Korsun en un tono apenas perceptible - . Estas ruinas estaban acá desde que llegó mi familia hace más de un Milenio, luego de que nuestra antigua ciudad de Kalid-Ma fuese completamente destruida por nuestro demente Rey.
Marxus escuchó muy atento. No sabía leer como todos aquellos que no habían nacido en una cuna de oro, y cualquier retazo de historia servía para satisfacer su gran curiosidad.
- Cuando llegaron acá esto estaba repleto de Plagas y Muertos -continuó Korsun-. Pero era hacer algo o morir en el intento y permitir así que nuestra tradición se perdiera en las Arenas del tiempo. Los pocos registros que sobrevivieron al incansable poder del tiempo dan cuenta de maravillas sepultadas en estas ruinas, maravillas de una época en que el Sendero era mucho más fuerte de lo que lo es ahora..
Siguió un largo silencio y en la lejanía del pasillo se sintió el alzar de un viento. Marxus no se atrevió a preguntar si era su patriarca quien había causado eso. Los rumores hablaban de que era un practicante del sendero bastante versado, lo que le había permitido incluso anticipar muchas veces las maniobras comerciales de otras casas. Después de tanto tiempo ya no sabía como separar mito de realidad.
- Señor?? -dijo la voz dubitativa de su consejero , aproximándose unos pasos para ver a que se debía el súbito silencio-
- Hay fuerzas obrando en estos momentos en lugares insospechados - dijo Korsun en voz más alta- Ya hemos visto las amenazas que se nos están presentando, y si hemos de sobrevivir y continuar tenemos que estar dispuestos a realizar grandes cambios. Terremotos, Explosiones desde el Mar de Polvo, Reyes Hechiceros que ya no son más, rumores de caminos abiertos a grandes imperios que no constaban en ningún registro conocido, y ahora esta amenaza desde las planicies de Obsidiana.
- Señor -dijo Marxus muy lentamente, como si temiese que alguna de sus palabras no fuese escuchada -. Es cosa de tiempo hasta que alguna casa rival se entere de las amenazas que se ciernen sobre nosotros y aprovechen para golpear. Como mantendremos esa secrecía con todos los mercenarios que hemos tenido que contratar para poder hacer el peso y dejar la ciudad medianamente limpia.
Vió por el rabillo del ojo la expresión de reprimenda del consejero por haber hablado sin pedir la autorización, Pero a Korsun todas esas formalidades parecieron no importarle.
- Tus palabras son sabias Marxus, pero subestimas los alcances de mis telas de araña. Un buen comerciante debe ser como una de esas criaturas. Cuando tienes una tela suficientemente grande no importa por donde pase tu enemigo. Siempre sabes donde atacar. La orden sigue vigente, limpien todo cuando puedan y no se preocupen por la gran ola de mercenarios que ahora empezará a llegar. Todo está contemplado.
- De acuerdo señor. -Marxus hizo una reverencia hacia la silueta al fondo y se excusó-. Poco a poco la luz empezó a hacerse más tenue en el fondo hasta que no pudo ver más. Salió satisfecho tras haber escuchado la voz sana e imponente de su patriarca. Marxus era un hombre de tradiciones y estaba feliz por como se había llevado la administración de la ciudad de Celik bajo el mandato de Korsun. No quería cambiar sus hábitos si es que alguna enfermedad había impactado a su lider.
Se retiró de los pasillos pensando que Korsun tendría razón. Nunca lo había escuchado equivocarse. Era cuestión de días quizás para que Celik estuviese llena , esta vez de aventureros deseosos de fama y fortuna. Notificaría al resto para estar preparados.
Las estrellas se veían en lo alto del cielo, brillantes como siempre. El techo de estas tierras sin piedad siempre estaba despejado. Pocos se preguntaban que había más arriba, lo único que importaba para la gente estaba en la tierra.Sólo los Reyes Hechiceros podían darse el lujo de mirar al infinito del firmamento.
El hombre vestido con finos ropajes y botas de cuero de Lirr tampoco miró al cielo. Lo que le preocupaba en este momento no estaba arriba, ni tampoco sobre las infinitas planicies en las afueras de la Ciudad de Celik. Lo que atormentaba su mente, estaba justo debajo de sus pies.
Atravesó la puerta donde los dos guardias Mul cuidaban celosamente, apenas dedicándoles atención. Los fornidos guerreros lo dejaron pasar, sin decir ni una palabra, viendo como el hombre estaba encerrado en sus propios pensamientos.
A medida que avanzaba por los polvorientos salones del fuerte interior, pensó en diferentes formas de empezar la conversación con el consejero del Patriarca Korsun, amo y señor de la casa Mareneth . No encontraba un modo adecuado para explicar como es que la ciudad Emblema del Linaje Mareneth, en cuya superficie se encontraban ahora, estaba siendo amenazada como nunca antes lo había estado a lo largo de su extensa historia.
Al final de un largo pasillo y de incontables vueltas y giros, llegó a los aposentos del Señor. Aquí los guardias eran más quisquillosos, pues sabían muy bien que el menor descuido les significaría la muerte. Los dos semi-gigantes se plantaron enfrente de el en actitud decidida mirándolo desde arriba con sus rostros carentes de brillantez. Con voz profunda como salida del más profundo de los cañones de las montañas Resonantes uno de ellos preguntó:
- " Cual es tu negocio aquí humano?"
El hombre iba a responder cuando una voz algo más atrás de los semigigantes interrumpió
- Déjenlo pasar.
Sin dar espacio a réplica las dos moles se movieron a un lado y siguieron mirando al horizonte. A ningún punto en particular.
Marxus avanzó a paso lento, adentrándose un poco más en las sombras. Siempre le había llamado la atención que el patriarca de la casa sintiese tal afición por estar encerrado en la oscuridad. Al final del pasillo podía ver las cortinas de satén y el danzar fantasmal de las luces alrededor del lecho del patriarca.
- Tengo que hablar con el Patriarca Korsun -dijo Marxus en un tono seco hacia la silueta que apenas podía ver en la oscuridad-
- Sabes muy bien que yo soy su voz y sus oidos Marxus. Habla.
Marxus dudó un momento intentando encontrar una señal desde el final del pasillo. Las velas se agitaron levemente y luego siguieron su hipnótico danzar. Se adecuó un poco más a la oscuridad y pudo discernir mejor las facciones del avejentado hombre enfrente suyo. Sus ropajes costaban más de lo que un solo obrero mul pudiese ganar en toda la vida, el hombre decididamente no le hacía asco a la opulencia.
- Hemos perdido más hombres de lo debido explorando los subterraneos. A la vez hemos encontrado algunos objetos valiosos, pero tardaremos un tiempo antes de poder recuperar la fuerza perdida... La cosa es que no sé muy bien que buscar allí y los otros jefes de guardia están empezando a mostrar las mismas inquietudes que yo. Parece un sin sentido.
Marxus esperaba la respuesta de su interlocutor, cuando sintió el susurro apenas audible proveniente desde el final de la sala. Los dos callaron hasta escuchar con más claridad las palabras traídas por el viento.
- Un error dices tú?... - dijo la voz de Korsun en un tono apenas perceptible - . Estas ruinas estaban acá desde que llegó mi familia hace más de un Milenio, luego de que nuestra antigua ciudad de Kalid-Ma fuese completamente destruida por nuestro demente Rey.
Marxus escuchó muy atento. No sabía leer como todos aquellos que no habían nacido en una cuna de oro, y cualquier retazo de historia servía para satisfacer su gran curiosidad.
- Cuando llegaron acá esto estaba repleto de Plagas y Muertos -continuó Korsun-. Pero era hacer algo o morir en el intento y permitir así que nuestra tradición se perdiera en las Arenas del tiempo. Los pocos registros que sobrevivieron al incansable poder del tiempo dan cuenta de maravillas sepultadas en estas ruinas, maravillas de una época en que el Sendero era mucho más fuerte de lo que lo es ahora..
Siguió un largo silencio y en la lejanía del pasillo se sintió el alzar de un viento. Marxus no se atrevió a preguntar si era su patriarca quien había causado eso. Los rumores hablaban de que era un practicante del sendero bastante versado, lo que le había permitido incluso anticipar muchas veces las maniobras comerciales de otras casas. Después de tanto tiempo ya no sabía como separar mito de realidad.
- Señor?? -dijo la voz dubitativa de su consejero , aproximándose unos pasos para ver a que se debía el súbito silencio-
- Hay fuerzas obrando en estos momentos en lugares insospechados - dijo Korsun en voz más alta- Ya hemos visto las amenazas que se nos están presentando, y si hemos de sobrevivir y continuar tenemos que estar dispuestos a realizar grandes cambios. Terremotos, Explosiones desde el Mar de Polvo, Reyes Hechiceros que ya no son más, rumores de caminos abiertos a grandes imperios que no constaban en ningún registro conocido, y ahora esta amenaza desde las planicies de Obsidiana.
- Señor -dijo Marxus muy lentamente, como si temiese que alguna de sus palabras no fuese escuchada -. Es cosa de tiempo hasta que alguna casa rival se entere de las amenazas que se ciernen sobre nosotros y aprovechen para golpear. Como mantendremos esa secrecía con todos los mercenarios que hemos tenido que contratar para poder hacer el peso y dejar la ciudad medianamente limpia.
Vió por el rabillo del ojo la expresión de reprimenda del consejero por haber hablado sin pedir la autorización, Pero a Korsun todas esas formalidades parecieron no importarle.
- Tus palabras son sabias Marxus, pero subestimas los alcances de mis telas de araña. Un buen comerciante debe ser como una de esas criaturas. Cuando tienes una tela suficientemente grande no importa por donde pase tu enemigo. Siempre sabes donde atacar. La orden sigue vigente, limpien todo cuando puedan y no se preocupen por la gran ola de mercenarios que ahora empezará a llegar. Todo está contemplado.
- De acuerdo señor. -Marxus hizo una reverencia hacia la silueta al fondo y se excusó-. Poco a poco la luz empezó a hacerse más tenue en el fondo hasta que no pudo ver más. Salió satisfecho tras haber escuchado la voz sana e imponente de su patriarca. Marxus era un hombre de tradiciones y estaba feliz por como se había llevado la administración de la ciudad de Celik bajo el mandato de Korsun. No quería cambiar sus hábitos si es que alguna enfermedad había impactado a su lider.
Se retiró de los pasillos pensando que Korsun tendría razón. Nunca lo había escuchado equivocarse. Era cuestión de días quizás para que Celik estuviese llena , esta vez de aventureros deseosos de fama y fortuna. Notificaría al resto para estar preparados.
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