Thursday, August 30, 2007

Maestría psiónica

Había una calma sobrenatural.

Por momentos pensaban que se debía a su presencia sobre las calurosas planicies, pero el Thri-Kreen sabía mejor que nadie que algo estaba fuera de lugar.

Se adelantó un par de pasos de su manada , mientras el Mul sostenía con fuerza sus armas, apretando hasta que los nudillos se volvieron blancos como las llanuras de sal, quizá presintiendo inconscientemente lo que vendría. Silven y Xandu bastantes más pequeños miraban con curiosidad a sus dos enormes compañeros buscando una señal de tranquilidad en sus rostros, mientras ponían la máxima atención a su entorno.

Dando un gran salto el Cazador insectoide empezó a buscar las señales a su alrededor. Las piedras adelante suyo parecían el lugar perfecto para una emboscada, sin embargo los Giths eran muy caóticos como para permanecer en silencio por tanto tiempo. De ser así ya habrían salido hace rato de sus escondrijos. El calor era brutal igual que siempre, el viento soplaba apenas debilmente desde dirección Nor-Este. No había otro sonido más fuera del de sus propios pasos vacilantes sobre la arena y piedra y eso era lo que le inquietaba.

Se disponía a proponer rodear el lugar sólo como precaución, cuando los rostros asombrados de sus compañeros le delataron que ya era muy tarde para tales consideraciones. Saliendo desde una de las piedras vió primero las grandes antenas sobresaliendo, y luego el maciso cuerpo insectoide de la enorme criatura; el primer Gaj que había visto desde tan cerca

Sus ojos parecían estar observando todo a su alrededor , denotando una leve señal de inteligencia en su mirada, su fuerte caparazón creaba un sonido intimidante ante cada paso y sus mandíbulas se cerraban y abrían constantemente en una actitud agresiva.

Levantaron armas y se movieron un par de metros, ya acostumbrados a este tipo de situaciones, buscando los puntos débiles de la criatura y formándose de tal forma de hacer lo más eficiente posible su formación de batalla. El Mul se puso adelante de sus compañeros, retando con su mirada y un enorme grito de batalla que amenazaba con romper los oídos de sus compañeros, a la enorme criatura que lentamente se aproximaba al furioso y determinado guerrero. La luz del sol se reflejó momentaneamente en la hoja de hierro de su afilada arma, y sirvió como preludio del caos que se desataría de un momento a otro.

Xandu y Aion sintieron en su cercanía las oscilaciones propias del sendero, un mar de pensamientos y voluntad que surgía desde las antenas de la criatura. Una presencia quizás más poderosa que los cientos de kilo de quitina que amenazadoramente empezaban a erguirse sobre la poderosa forma de Atlalak. Poco a poco empezaron a focalizar su voluntad, mientras Silven impasible colocaba una tras otra flecha en su arco, empezando a calcular las corrientes de aire y buscando los lugares más débiles en los cuales descargar su lluvia de muerte.

Un Remolino de Polvo se alzó entre el Gaj y su poderoso guerrero. Lo habían visto antes enfrentarse a criaturas capaces de destajar de un solo golpe a cualquier ser normal, decenas de veces habían sentido el poder de sus impactos como el trueno, golpeando sin piedad al enemigo.Por todo esto confiaron ciegamente en que una vez que se disipara el polvo verían su rostro triunfante sobre un sangrante y derrotado Gaj.


Estaban equivocados.


Las partículas cayeron lentamente, mientras sus corazones expectantes resonaban tan fuerte como los tambores Halflings de las montañas resonantes. Atlalak tenía la mirada perdida, ausente en un caos interior que los usuarios del sendero tan sólo empezaban a sospechar. Flechas rebotaron inertemente en el caparazón del Gaj, y en esa mínima fracción de tiempo Silven ya comenzaba a cargar el caos que dejaría caer sobre la gigantesca criatura.

Estaban tan focalizados en el Gaj, que apenas si pudieron reaccionar a la carga asesina de Atlalak quien con toda la rabia posible cambió de objetivo dándole la espalda al Gaj, y atacando sin piedad a Silven. Tanto el Thri-Kreen como Xandu se dieron cuenta de que algo había ido terriblemente mal, y en un acto de desesperación Xandu se lanzó sobre su compañero Halfling, focalizando todos y cada uno de sus pensamientos en el lugar en el que habían estado unos minutos atrás, teletransportándose instantáneamente con el uso del Sendero.

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